sábado, 23 de noviembre de 2013

SI QUIERES SER UN BUEN PAISAJISTA

Hago un paréntesis en el Arte Urbano para dar un salto (¡vaya salto!) al paisaje de hace un siglo. Y es que la tarde del jueves disfruté de una visita guiada a la exposición temporal Del paisaje naturalista a las vanguardias del Thyssen de Málaga. Un recorrido muy documentado gracias, de nuevo, a los conocimientos de Fernando Carmona (¿se convertirá en tradición?) que hace que todo resulte más ameno y enriquecedor. Un paseo que comienza con un Van Gogh de los que no estamos acostumbrados a ver, un cuadro de oscuros, grises y verdes que refleja la tristeza que el artista sentía en aquello momentos: expulsado del seminario y con una ruptura sentimental a cuestas. Sin embargo, allí está la intensidad y la expresividad propia del holandés; un lienzo en el que nos muestra su modernidad: arrastra la pintura con un trapo, la araña con el pincel...


Molino de agua en Gennep, 1884. Vincent Van Gogh (Fotografía de lucía Rodríguez Vicario)


 Frente al Van Gogh, un pequeño lienzo de Carlos de Haes que encierra el placer de salir al campo a plasmar una escena en cuatro horas. Un Carlos de Haes del que Fernando nos recuerda su dogma: Si quieres ser un buen paisajista, observa la naturaleza.
 Courbet, Monet, Léger y el holandés son el reclamo para atraernos al Thyssen, el cebo para que descubramos a los pintores del Mediterráneo, a esos catalanes de la escuela del azafrán (por el tono anaranjado con el que pintan la tierra cuando el sol impacta sobre ella) que tuvieron su referente en los impresionistas franceses. Y de entre ellos yo destacaría a Eliseu Meifrèn i Roig. Impresionante su vista del puerto de Barcelona, con esa diagonal que traza la dársena sobre el lienzo y ese diálogo entre la luz del sol y la farola, una obra realista muy alejada del estilo impresionista que más tarde adoptaría.


El puerto de Barcelona, 1889. Eliseu Meifrèn. 150x300 cm (Fotografía Lucía Rodríguez)


 Hay una anécdota muy simpática sobre este cuadro que estuvo expuesto, junto a otras de sus marinas, en la Exposition Universelle de París en 1889. En aquella ocasión, el crítico de arte Frederic Rahola, "al señalar la riqueza y la facilidad mostrada por el autor de las obras, lamentó el hecho de que tales marinas parecieran haber sido pintadas en el estudio, en lugar de al aire libre. Según Rahola, el lugar de un pintor de marinas está en la playa y no en ninguna otra parte". Tras esta crítica, Eliseu Meifrèn presentó en su siguiente exposición en Barcelona, en noviembre de 1890, "un autorretrato a bordo de una pequeña embarcación irónicamente llamada Mi estudio; era su respuesta a los críticos que dudaban de su presencia física en las costas, desde las que pintó sus marinas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario