domingo, 2 de febrero de 2020

RIBERIA

Si desplegamos un mapa de España y trazamos una diagonal uniendo Logroño y Zaragoza se origina una línea casi paralela al curso del río Ebro. Y si estos puntos los encuadramos en un rectángulo, localizaremos la zona –más un país imaginario– donde Carlos Traspaderne ha desarrollado su trabajo fotográfico, que lleva por título Riberia.

Mapa de Riberia según la información de Carlos Traspaderne. Realizado por Jorge Elías 

 Si nos atendemos a lo geográfico, Riberia podría ser el trozo que tierra que baja, ya pasado Logroño, hasta bien entrado Aragón, pasando por lo que podría ser su bicéfala capitalidad: Calahorra y Tudela. […] Porque Riberia es una tierra llana y roja, moldeada por su gran río en milenios de erosiones. Una cuenca sedimentada con la más rica de las tierras que, de no estar regada por el Ebro, solo sería un erial, parecido a las cercanas Bardenas. Esa paradoja nuclear de Riberia se contagia a sus habitantes, formados como su tierra por estratos acumulados de historia: íberos, rascones, celtas, romanos, godos, musulmanes y cristianos. Estos últimos amurallaron sus reinos para tejer las fronteras actuales, a pesar de todo lo que unió a los pobladores durante siglos: las tribus prerromanas comunes, la lengua romance navarro-aragonesa o las intensas relaciones comerciales.
 El ribero somete su terruño con la misma entereza que el Ebro arrastra la zaborra. Sin contemplaciones, transforma su hábitat para adaptarlo a sus necesidades. Toma y readapta materiales sin concesiones a futilidades como la belleza o el buen gusto, practicando la sinceridad que otorga el pragmatismo. Esta forma de moldear el entorno es la seña más directa y contundente de la independencia estética de Riberia, y es la que se ha intentado plasmar en estas imágenes.
Un río entre tierras. Carlos Traspaderne

 Este proyecto fotográfico fue galardonado en la XXXI Muestra de Arte Joven de La Rioja, en la sección de Proyecto de desarrollo artístico, expuesto en La Casa del Libro de Logroño y llevado a formato libro por Aloha! Editorial, que ha tratado con mimo y cuidado la obra de Carlos Traspaderne. Un volumen que se acompaña de un mapa de la zona y de cuatro textos: de Mónica Yoldi López, profesora de la Escuela Superior de Diseño de La Rioja, del fotógrafo pamplonés Carlos Cánovas, de la editora Adriana Bañares y del propio Carlos Traspaderne.

Riberia. Carlos Traspaderne. Editado por Aloha!

 Eso sí, no os dejéis llevar por el paisaje a color que figura en la portada. Sí, son fotos de paisajes, pero no solo es paisajismo fotográfico lo que nos vamos a encontrar. En sus páginas hay mucha fotografía documental, porque Carlos Traspaderne dispara la cámara sabiendo muy bien qué parte del paraje y qué elementos quiere capturar, a la búsqueda de una reflexión sobre la convivencia del hombre con la naturaleza. Tampoco hay color en su interior, pues todas las imágenes están realizadas en blanco y negro.
 Al modo de las catalogaciones del matrimonio Becher y sus fotografías centradas, frontales, estáticas, ordenadas, neutrales y en blanco y negro, Carlos Traspaderne nos presenta un muestrario de construcciones campesinas, casas fabricadas con retales y muros que aún se mantienen en pie.

Caballito, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Büstner, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Terreno particular, 2012. Fotografía de Carlos Traspaderne

 Traspaderne se fija en esa arquitectura efímera que hace uso del reciclaje y que se encuentra en los aledaños de un río o de una población cercana; expuesta a su desaparición por las crecidas de las aguas o por el éxodo de sus moradores hacia los núcleos urbanos.

Nissan Micra, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Caseta de tiro, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Bidón, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Barbacoa, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Almendro, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

 En las instantáneas de Carlos Traspaderne se respira sosiego, soledad e inquietud. Tras su aparente objetividad, hay un trasfondo subjetivo que nos lleva a meditar sobre la vida fuera de la ciudad, sobre los cambios que la sacuden, sobre el abandono, sobre el paso del tiempo y, quizás también, sobre el paso del río, ese Ebro que alimenta las huertas y da vida a las riberas, pero que se hace inmenso y cruel cada vez que se desborda.

Flor, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Hilanderas, 2014. Fotografía de Carlos Traspaderne

Gasóleo B, 2012. Fotografía de Carlos Traspaderne

Cabaña El Bienestar, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

 Debe de ser Carlos Traspaderne una persona tranquila y serena, pues este trabajo, con película analógica, sería imposible de realizar sin calma. La misma que ha debido de emplear durante cuatro años –entre 2012 y 2016– para patearse estas tierras con su cámara al hombro, una Hasselblad 500 C/M de 1974. Un guiño inequívoco al paso del tiempo, y una prueba de amor por esas tierras.

Yegua, 2015. Fotografía de Carlos Traspaderne

Gorrión, 2012. Fotografía de Carlos Traspaderne

Estas fotografías quieren que nos detengamos en lugares sin gracia aparente, al pie de un camino apartado, ante construcciones humildes un tanto perdidas en campos grises bajo cielos grises. Tienden hacia el "no paisaje". Nos proponen la contemplación de huertas, árboles, vallas, paredes improvisadas y sin pretensiones, precarias a menudo, cabañas donde guardar algunos aperos o sencillamente nada, lugares para dar familiaridad a un trozo de campo, en los que descansar unas horas, refugios para guarecerse un rato o donde buscar quizás el ritmo más lento del labrantío, de los días, de las estaciones.
Antes de la imagen. Carlos Cánovas



Riberia
Carlos Traspaderne
Aloha! Editorial