Supongo que os habrán llegado noticias de esos 22 negativos de la expedición de Shackleton que, un siglo después, nos muestran imágenes inéditas de la exploración antártica. Una época en la que los hombres, como demuestra el anuncio que puso en el periódico Schackleton para reclutar a su equipo, estaban hechos de otra pasta:
Se buscan hombres para un viaje peligroso, sueldo bajo,
mucho frío, largos meses de completa oscuridad,
constante peligro, no se asegura el retorno con vida,
honor y reconocimiento en caso de éxito.
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Los negativos de nitrato de celulosa fueron encontrados en una cabaña en el cabo Evans, en un refugio que perteneció a la fallida expedición del capitán Robert Falcon Scott de 1912. Estaban en una caja dentro del cuarto oscuro de revelado de Herbert Ponting, quien fue el fotógrafo de dicho viaje. Sin embargo, las fotografías no fueron tomadas en esa expedición, sino en la de Ernst Schackleton, entre 1914 y 1917, cuyos miembros se vieron obligados a refugiarse en la cabaña de Scott después de que su barco, el Aurora, se hundiera.
Alexander Stevens en el Aurora |
Las placas, encontradas por un grupo de investigadores de la New Zealand's Antartic Heritage Trust, estaban congeladas, pegadas unas a otras, por lo que se ha tardado cerca de un año en restaurarlas.
A mí, todo esto me ha hecho recordar el trabajo del pintor Guillermo Muñoz Vera, quien en su serie Terra Australis Incognita ya retrata esos tiempos heróicos, con unos cuadros que nos hablan de aquella lucha épica entre Scott y Admunsen por ser los primeros en conquistar el Polo Sur.
TERRA NOVA The British Antartic Expedition (en realización) Óleo sobre lienzo encolado en tabla, 160x220 cm |
La expedición británica a la Antártida al mando del capitán Robert Falcon Scott, conocida como Terra Nova (1910-1913) estaba llamada a ser la primera en alcanzar el Polo Sur en nombre de la Corona de Inglaterra. Terra Nova era el nombre del viejo ballenero que tuvo por misión trasladar a los hombres de la expedición hasta el borde continental de la Antártida. Una vez organizado el campamento base en la costa, un grupo reducido de hombres al mando de Scott debía cubrir los más de mil kilómetros que les separaba del polo austral salvando montañas y valles desconocidos a temperaturas gélidas. Si todo marchaba según lo previsto, estarían de vuelta en el campamento base en marzo de 1912.
Dos meses más tarde, la expedición estaba a escasos kilómetros de alcanzar su objetivo. Fue entonces cuando divisaron, incrédulos, a lo lejos en el horizonte, una pequeña tienda de campaña con una bandera noruega ondeando en su mástil.
Scott, apesadumbrado, escribe en su diario: "Martes 16 de enero. Campamento 68. Altura: 2.974 m. Temperatura -30,8ºC. Lo peor que podía ocurrir, ha ocurrido [...] Los noruegos se nos han adelantado y han sido los primeros en llegar al Polo. Es una terrible decepción y lo siento muchísimo por mis leales compañeros". La evidencia de que todos sus sacrificios no serían nunca merecidamente recompensados, era la dura realidad que debían asimilar. Apenas cinco semanas antes, el 15 de diciembre de 1911, el noruego Roald Amundsen ya había conquistado el Polo Sur. Dentro de la tienda encontraron dos cartas, una para ser entregada al rey Haakon de Noruega y otra dirigida al propio Scott con una irónica nota que decía: "Estimado capitán Scott: como probablemente será usted el primero en llegar a esta zona después de nosotros, le ruego que tenga la amabilidad de enviar esta carta al rey Haakon VII. Si cualquiera de los artículos dejados en la tienda le es de alguna utilidad, no dude en aprovecharlo. Con afectuosos saludos, le deseo un seguro viaje de regreso. Atentamente, Roald Amundsen".
Los deseos de Amundsen no fueron suficientes. Desilusionados, agotados, hambrientos y parcialmente congelados, el regreso de Robert Scott y sus compañeros resultaría una pesadilla que tuvo un fatal desenlace. La expedición no logró sobrevivir. El 12 de noviembre de 1912, casi ocho meses más tarde y a pocos kilómetros del campamento base, fueron encontrados la tienda y tres cuerpos congelados, entre ellos el del capitán Scott. La última anotación en su diario del 29 de marzo terminaba diciendo: "...estamos cada vez más débiles, y el fin puede no estar lejos. Es una pena pero no creo que pueda seguir escribiendo..."
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