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lunes, 4 de noviembre de 2013

MICHAEL CULLEN. UN PINTOR IRLANDÉS EN CASARABONELA

De todos es sabido el poder de atracción que ejerce el paisaje, la luz y la gente de Málaga sobre los extranjeros que nos visitan, muchos de ellos artistas que, como en sus tiempos Gerald Brenan o Gamel Woolsey, se quedan aquí a vivir o a pasar largas temporadas.

Michael Cullen, Casarabonela 2013. Fotografía de Pedro Delgado Fernández


 Este verano, estando en Casarabonela, conocí al pintor Michael Cullen (Wicklow, Irlanda, 1946). Desde hace once o doce años, este irlandés tiene una casa en el centro de Casarabonela y pasa en ella largos periodos dedicado a la pintura. Una casa de varias plantas llena de escaleras que quizás compensen la inmovilidad insana que, salvo excepciones tipo Jackson Pollock, exige el acto de pintar.
 Cuando no está en Casarabonela, Michael vive en Dublín donde reside su familia. Cullen practica el sedentarismo en estos dos lugares, pero una vez fue nómada: España, Marruecos, Estados Unidos, México, Alemania, Francia..., son geografías que han marcado su pintura.
 Miguel, que es como le conocen y llaman en el pueblo, nos recibió amablemente en su casa, que es a la vez su estudio, y, aunque es una persona tímida, dejó que invadiésemos su intimidad, incluso que Pedro fijase en la cámara, mientras yo hablaba, los libros que había en las estanterías, los lienzos a medio pintar sobre los caballetes, los pinceles enhiestos en los botes y los recortes de revistas y periódicos pegados a la pared con un trozo de fixo o una chincheta.



Estudio de Michael Cullen, fotografía de Pedro Delgado Fernández









 





Fotografía Pedro Delgado Fernández
                         
Fotografía Pedro Delgado Fernández

Fotografía Pedro Delgado Fernández
     

 Michael, cuya formación académica pasó por el National College of Arts de Dublín y la Central School of Art and Design de Londres, nos contó que visitó el pueblo por primera vez en 1969 y que aquella visita provocó un cambio en su pintura. Los paisajes irlandeses llenos de tonos grises y verdes oscuros quedan atrás en el momento en que descubre la luminosidad del sol, el blanco de las paredes, el rojo de las tejas, el verde de las macetas. Se enamora de los colores brillantes y primarios y durante la década de los 70 regresa varias veces al pueblo.






Fotografías Pedro Delgado Fernández


 Sus viajes por Marruecos, Estados Unidos y México, agudizan esa metamorfosis. Hasta que recala en Berlín, donde reside cuatro años. Allí su paleta se vuelve a oscurecer, girando hacia los negros, rojos, azules y violetas oscuros. Luego, a su paso por Langredoc, en Francia, la luz blanca y cegadora retorna a sus lienzos. En 2002, quizás para que esa luminosidad no le abandone más, Cullen detiene su nomadeo y se instala en Casarabonela, el lugar que le descubrió la luz por primera vez, alternando con regularidad Málaga con Dublín, donde su obra goza de gran reconocimiento.
 Michael Cullen también nos habló de su pasión por el estudio de los grandes maestros: Velázquez, Van Eyck, Ingres, Manet, Van Gogh..., artistas a los que digiere y reinterpreta de una manera peculiar: lienzos expresionistas repletos y hasta colapsados de colores.



Fotografía Lucía Rodríguez Vicario


 Michael nos mostró los lienzos en los que estaba trabajando en ese momento y me invitó a pasarme de nuevo por allí cuando regrese de Irlanda, a donde partía a los pocos días, para pintar juntos la vista de la iglesia desde su azotea.


Michael Cullen, Casarabonela, septiembre 2013. Fotografía Pedro Delgado Fernández



Lucía Rodríguez con Michael Cullen, Casarabonela, 2013. Fotografía Pedro Delgado Fernández




  Y como empecé este artículo hablando de Gerald Brenan, quiero recomendaros un libro de la editorial Confluencias en el que se recoge la relación del autor de Al sur de Granada o El laberinto español con la pintora Dora Carrington. Un libro, Diarios de Dora Carrington y otros escritos, editado con mucho mimo por Carlos Pranger y traducido por Laura Naranjo y Carmen Torres.




Geral Brenan y Dora Carrington


 También el trailer de la película Carrington, donde la actriz Enma Thompson interpreta a la pintora.



                                     


martes, 5 de marzo de 2013

EL DESEO DE SER INÚTIL



Pedro Delgado y Corto Maltés vistos por Sergio Camacho



La semana pasada, entre descenso y descenso, y al calor del hotel, me leí Jesús me quiere, otra buena comedia de David Safier, el autor de Maldito Karma. Y mientras eso ocurría, Pedro, mi pareja, devoraba emocionado las páginas de El deseo de ser inútil, una especie de autobiografía de Hugo Pratt, el creador de Corto Maltés, su personaje de cómic favorito.

 Al terminarla, me confesó que se sentía muy próximo a Hugo Pratt, y que se había acordado de Flaubert y su "Madame Bovary c'ets moi", al comprobar algo que ya sospechaba: que el mundo interior de Pratt se refleja hasta tal punto en su obra que es fácil imaginar al propio Pratt diciendo aquello de "Corto Maltés soy yo".

 En las páginas de El deseo de ser inútil Pratt nos cuenta su vida respondiendo a las preguntas del periodista Dominique Petitflaux, una vida llena de viajes y aventuras, nomadéos marcados por el dibujo, la lectura y las mujeres.





"Cuando pienso en aquellos que me acusaban de ser inútil..., he de decirles que, frente a ellos, no sólo tengo el placer de ser inútil, sino el deseo de ser inútil".


 En casa una estatua de resina de Corto Maltés preside el escritorio de Pedro; junto a ella, los cómic del marino, la versión novelada de La balada del mar salado, la Venecia secreta de Corto Maltés (la guía con la que nos pateamos la ciudad hace unos años en nuestra segunda visita), el Querido Corto Maltés de Susana Fortes, un GEO dedicado al personaje, agendas y cuadernos de viajes con los dibujos de Pratt, volúmenes como Hugo Pratt Viaje secreto o Las mujeres de Corto Maltés, un Corto de plástico de Plastoy, una colección de encendedores con imágenes del personaje y otra de fèves de porcelana con los protagonistas de las historias... Y hasta hay una bandera de la Serenísima cosida al estor de la ventana del estudio. También un hueco grande en la pared donde irá un magnífico retrato del Maltés hecho por su primo Sergio. Por ello, se comprenderá que esta entrada esté dedicada a mí pareja, fan irredento del Corto, y a todos aquellos que se hayan sentido como el Maltés alguna vez en la vida (va por ti también, Sergio).

 

Pedro Delgado Fernández. Río Níger, Mali, 1997



"Cuando volví a Italia (desde Etiopía) había dejado de creer en la patria, la bandera, las ideologías y todo eso. Me había forjado mi propia ética, que ante todo consistía en ser fiel a mis amigos".



Hugo Pratt



   HUGO PRATT
   EL DESEO DE SER INÚTIL
    RECUERDOS Y REFLEXIONES
    Conversaciones con Dominique Petitfaux
   Confluencias Editorial