Mostrando entradas con la etiqueta Editorial Confluencias. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Editorial Confluencias. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de mayo de 2014

CLAUDE MONET: CONVERSACIONES EN GIVERNY





Al igual que el tiempo ha revolucionado el patio y los balcones de mi casa, con los geranios, las margaritas, los rosales y hasta el manzano en flor, la primavera editorial me ha traído los nenúfares de Giverny a casa, y junto a ellos la maestría y la conversación pausada del maestro Monet.

"Me ha llevado tiempo llegar a comprender a mis nenúfares -dice Claude Monet-. Los planté por placer. Los cultivé sin soñar con pintarlos... Un paisaje no te conquista en un día... Y después, de golpe, tuve la revelación de las hadas de mi estanque. Cogí mi paleta... Desde ese momento, apenas he tenido otro modelo".





  Toda la lectura es como un paseo: por su jardín, por su infancia, por sus múltiples vivencias, por sus inquietudes... Sin duda, estamos ante otra de esas pequeñas joyas a las que el amigo Carlos Pranger, cabeza visible en Málaga de la Editorial Confluencias, nos tiene acostumbrados.

 Valiéndose de textos publicados sobre entrevistas realizadas a Claude Monet, en sus últimos años, se nos presentan anécdotas, amistades, pensamientos y deseos contados desde la propia voz del artista, y retransmitidas unas veces por el periodista François Thiébault-Sisson, durante la Exposición de noviembre de 1900, y otras por amigos más cercanos, como el escritor Marc Elder (ganador del Premio Goncourt), Walter Pach (crítico de arte y propagador del arte moderno en Nueva York) y Lilla Cabot Perry (pintora estadounidense y una de sus más queridas discípulas).

 El resultado de todo ello es una visión diferente, cercana y natural, que nada tiene que ver con las biografías al uso, frías y regladas la mayoría de las veces, que se pueden encontrar del pintor francés. Aquí una lo siente hablar mientras camina "con una mano en el bolsillo y un cigarro sobre la barba", en la sobremesa de un almuerzo pleno de viandas o mientras trajina en su estudio o muestra la colección de cuadros que guarda en su habitación alrededor de la cama.

 Su amor por las flores; la necesidad de pintar del natural; la preocupación por cómo respondería la materia prima de sus obras al paso del tiempo; su admiración por las estampas japonesas; sus viajes a Holanda, Inglaterra, Italia, España y Noruega; los maestros que le influyeron; sus relaciones con los artistas del momento, con sus amigos y sus familiares... A todo ello nos acerca la lectura de este libro, altamente recomendable siempre, pero más estos días en los que se celebra la Feria del Libro en el Palmeral de las Sorpresas del Puerto de Málaga.



"Entonces, este libro, ¿será un montón de historietas?
 -Es usted quien lo dice, mi querido maestro.
 -¿No me creará enemigos, al menos?
 -No creo que los tenga...
 Claude Monet levanta la mano con la que fuma un cigarrillo y pronuncia con una risa sorda:
 -No, todos están muertos".




Nota: Los textos que acompañan esta entrada pertenecen a la primera edición de Claude Monet. Conversaciones en Giverny, publicado por la editorial andaluza Confluencias en la colección Conversaciones, la cual pretende recuperar la voz y el testimonio de grandes personajes de la cultura a través de entrevistas y crónicas. La traducción corre a cargo de José Miguel Parra Ortiz, José Jesús Fornieles Alférez y Alfonso Fornieles Ten.

miércoles, 6 de febrero de 2013

ÁFRICA MILENARIA


África milenaria, óleo obra de Lucía Rodríguez Vicario. Colección particular de Yolanda Amate



Tengo un cuaderno de viajes de Stefano Faravelli entre las manos, uno de esos cuadernos que tan primorosamente ha publicado la editorial Confluencias. Hace tiempo que no se editan libros así, con esta encuadernación tan cuidada, con esa tipografía a dos colores y ese facsímil desplegable a color que te trae el cuaderno original a casa. El texto, en cuatro idiomas (entre ellos el español), es la transcripción de la caligrafía que aparece en las páginas del cuaderno junto a los dibujos. Palabras que comentan, acotan o acompañan las imágenes: acuarelas, dibujos y etiquetas de cajas de té o sellos que el autor pega en sus cuadernos como si fuesen un dibujo más.







  El cuaderno que tengo entre las manos es el de Jenné, en Mali, donde estuve en el verano de 1997. Mali fue el plato fuerte de aquel viaje, en el que recorrí durante dos meses África Occidental (Mauritania, Senegal, Gambia, Mali, Burkina Faso, Ghana y Costa de Marfil). Mali fue lo más cerca que estuve de uno de esos documentales de la 2, una inmersión en el África milenaria, una de esas aventuras que te hace sentir vivo. Por eso, después de cerrar el cuaderno, Jenné sigue en mi mente y tras ella me desplazo al País Dogón (el acantilado de Bandiagara que recorrí durante varios días sin saber que podría haberme encontrado allí con Barceló (pero es que por entonces yo todavía no pintaba (precisamente empecé después de aquel verano)) y a la mítica Tombuctú (el alto en el camino más soñado de aquel viaje).





   También recuerdo las aguas del río Níger, que recorrí en una pinaza de mercancías de vuelta a Mopti, las mismas aguas color café con leche donde Stefano pudo mojar sus pinceles.










   Los recuerdos se me agolpan y no dejo de preguntarme cómo estará toda aquella gente, cómo la guerra habrá afectado a sus vidas. Después de los últimos telediarios respiro aliviada, reconfortada por el avance de las tropas francesas y malienses que han hecho replegarse a las milicias de Al Qaeda hacia el noreste del país, pero no deja de preocuparme lo que pueda ocurrir con el pueblo tuareg, los señores del Sahel, los gitanos del desierto que, como los kurdos de Oriente Medio, llevan décadas reclamando un territorio.



Espingarda árabe, óleo obra de Lucía Rodríguez Vicario



   Ojalá (Insha' Allah) que regrese pronto la cordura a esa parte del mundo.

   Anoto aquí, para cerrar, las palabras con las que cierra el propio Stefano la introducción de su libro:

   "Pero Ladji y sus amigos me dijeron también cómo esta maravillosa ciudad -la más bella quizás que haya visto- era de frágil y delicada. Y no sólo porque, ciudad configurada enteramente de limo, en cada estación de lluvias debe de ser restaurada cada vez de nuevo. El impacto del turismo, las tensiones latentes con el rico occidental, espejismo de bienestar y odiado símbolo de iniquidad, el surgir de un Islam agresivo en contraste con el irénico y tolerante Islam tradicional (muy unido a los marabout y a las confraternidades místicas) hacen sentir algún crujido entre los muros de este universo cerrado, impregnado de una refinada y antigua civilización urbana.
   He contado Jenné también por esto: para testimoniar, también con la delicadeza de la acuarela y la medida mínima del cuaderno, un mundo de belleza y de verdad al borde de una mutación inminente y quizás fatal..."



Stefano Faravelli



Stefano Faravelli "se forma como pintor en el Liceo Artístico y la Academia de Bellas Artes de Turín. Paralelamente obtuvo una licenciatura en Filosofía Moral, seguida por estudios en ciencias orientales; una vocación dual de "peintre-savant" que le orienta hacia el cuaderno de viajes".
En 2004, su cuaderno de Jenné ganó el premio del público en la primera Bienal de Carnet de Voyage en Clermont-Ferrand, Francia.
Otros títulos de Faravelli que ha publicado Confluencias son: Delhi, Cairo, Istambul y Tokyo.