miércoles, 26 de agosto de 2015

TINÍSIMA




Elena Poniatowska y Tina Modotti son nombres que ya han aparecido en varias ocasiones por este blog. Ya son asiduas. Ya son casi amigas mías. Y no solo por la frecuencia de haber escrito sobre ellas, sino por lo que me han acompañado últimamente en mis lecturas.

 La vida intensa, decidida, libre y sensible de la italiana Modotti hubo de encandilar a Gabriel Figueroa hasta el punto que pensó en hacer una película, y el encargo del guión se lo ofreció a Poniatowska. Fue una vida entregada al amor, a la fotografía, a sus ideales sociales, a sus convicciones políticas, a la justicia, al arte, a la belleza... Una vida apasionada y apasionante. Una vida de película. Una película que finalmente no se rodó, y un guión que, imagino, tampoco se terminó, pero cuyo proceso previo de investigación por parte de la escritora, junto a la curiosidad de ésta por el personaje, la llevó, afortunadamente, a escribir esta novela: Tinísima.

 Narrada a modo de diario, un diario desordenado donde faltan días, hay saltos en el tiempo y cierta alteración cronológica, nos sitúa en cada uno de los momentos vividos como si de flashes se tratara, y somos nosotros los que vamos enlazando y recorriendo junto a los personajes dos décadas: las que van desde 1923 a 1942. Esos años del esplendor cultural y revolucionario de México, del comunismo y de la guerra española.

 Hay muchas Tinas en esas páginas: la actriz, la fotógrafa, la enfermera, la activista comunista y luchadora social. La amante y la amada.

 Con ella nos subimos a la azotea mexicana donde Weston fotografiaba las nubes y a la propia Tina; 


   5 DE NOVIEMBRE DE 1926  
Weston buscaba la belleza desde que abría la ventana; subir a la azotea a encontrarse con el cielo era su credo; fijar la transparencia del aire, la calidez de la luz en México, sus nubes. Y comer todo lo que brotara de la tierra. Lo demás era retórica.

La gran nube blanca de Mazatlán. Fotografía de Edward Weston

Tina en la azotea. Fotografía de Edward Weston


la vemos experimentar y evolucionar en su trabajo artístico;


 7 DE JULIO DE 1927
¡Qué revelación las fotografías de Edward! Ahora mismo compraría un pimiento, vería sus jorobas y sus declives, jamás lo imaginó tan sugestivo; Weston iba tras lo insólito. ¿Qué importaba cuántas horas había trabajado si éste era el resultado? De Edward aprendió a descubrir la belleza, y eso tenía que ver con el amor a los demás. Al escribir su emoción, Tina se sabía distinta. Una Tina anterior podía ver a la actual con distancia; la que escribía a Weston era la mujer de mundo, que casi nada compartía con la actual, armada de materiales burdos, cafés, negros, cenizos. Tina examinaba entonces sus zapatos de trabita que habían sustituido las zapatillas de Los Ángeles y de los tiempos de Edward. Los zapatos no mienten, pensó, entretejían sus pasos con los de a pie, los de la calle, decían lo mismo que los zapatos de sus compañeros".

Pimiento nº 30. Fotografía Edward Weston


la vemos desgarrada por la tragedia, y cómo se recompone a ésta;


     10 DE ENERO DE 1920 Y LOS AÑOS QUE QUEDAN POR VENIR
Poco a poco las fuerzas regresaron. En Juchitán, entre ustedes volví a dormir, a comer. Lo más difícil: comer. No podía dejar que la comida se pudriera en el plato. Como la vida. Me lo dijo usted, Na'Chiña. A la vida hay que vivirla, si no se le pudre a uno dentro. ¿Qué más venganza que la del 10 de enero? Algunas noches desperté en el espanto, me sorprendió no morir.

Mella muerto. Fotografía de Tina Modotti
Julio Antonio Mella, pareja de Tina Modotti, asesinado el 10 de enero de 1929


nos colocamos delante de los murales de Rivera, Orozco y Siqueiros;


  20 DE AGOSTO DE 1923
Diego Rivera pinta su "bañista de Tehuantepec", demasiado atrevida para integrarla a su baile en la Secretaría de Educación; cuatro tableros de frutos y de mujeres, una exuberancia de matronas magníficas y rítmicas entre pencas de plátanos y lustrosas hojas devoradoras.

Bañista de Tehuantepec. Obra de Diego Rivera.

Tina llevó a Edward a verlos. El Patio de las fiestas era una feria de pueblo. Bajo el arco principal entraban y salían los transeúntes a ver qué estaba pasando y se detenían sorprendidos ante los pintores trepados en los andamios a horcajadas, de pie, subidos entre los travesaños, sentados frente a los muros. "Aquí se mueven los pinceles", comentó el portero. Abajo, en el corredor, los ayudantes molían febrilmente el azul cobalto, el siena, el ocre. Diego Rivera agitaba su paleta cuando necesitaba más color, y allá ascendía como chango, colgándose del maderamen, Máximo Pacheco. En los andamios, Amado de la Cueva, Jean Charlot, Fermín Revueltas metían sus pinceles en savia y en pétalos machacados, en rojos sangrantes, en azules dorso de tiburón, en enormes ramos de alcatraces, en carretas cargadas de vegetaciones marinas, en baba y en jitomate, en zacate, en chile ancho y en conchas de tortuga, y gota a gota, con el pincel, llevan el color a los muros. El arte salía a la calle. Tronaba como las habas tostadas, los muéganos en canasta. Todos opinaban. El arte era de todos. José Vasconcelos, el secretario de Educación, había decidido darle al arte las llaves del campo; no más cerraduras ni cajas fuertes, el arte dejaría los museos, la ciudad sería una gigantesca exposición colectiva, la música andaría en el aire como la loca del pueblo y todos la escucharían, entraría por las ventanas, subiría por el cubo de la escalera; las artes embellecerían la vida del cochero y de la quesadillera; ya los niños mexicanos habían dado sus primeras pruebas, dibujos geniales, producidos dentro de esa atmósfera libre, creadora, permeada por la única ley que nos interesa a todos: la del amor y la belleza.

Diego Rivera pintando.


recorremos la carretera de Almería en aquel dramático éxodo del 37.


 9 DE FEBRERO DE 1937 
Bethune y su equipo reciben la orden de ir a Málaga recién bombardeada. A contracorriente, se topan con el éxodo hacía Almería, una ciudad encalada y blanca en la costa de Andalucía. Los nacionalistas tomaron Málaga ayer y los malagueños escapan por la única salida que les dejaron, la carretera de la costa hacia Almería. Son miles de hombres y mujeres a pie. Miles. [...] Bethune toma entonces la decisión. "¡Media vuelta!" Abre la portezuela y llama a un grupo de ancianos y niños:
 -Suban.

El Dr. Bethune, hacia 1937, junto a una enfermera y su unidad de transfusiones de sangre


entramos en las oficinas de El Machete y el Socorro Rojo; y la acompañamos en su labor de enfermera, cuando asiste a los heridos de guerra o a la mismísima Pasionaria en el Hospital Obrero de Madrid.


10 DE NOVIEMBRE DE 1936
Al día siguiente el doctor Planelles manda llamar a Tina y Maria Luisa Lafita. La Pasionaria va a internarse por una afección hepática de muchos años. "Necesito la mayor discreción." Tres hora más tarde, Mary Urquidi siente una corriente de emoción por los pasillos del hospital. Mari Valero le murmura al oído: -Va a internarse La Pasionaria, me lo dijo María Luisa Lafita pero nadie debe saberlo. -En unos momentos llega La Pasionaria -sonríe Flor Cernuda. -¿Cómo lo sabes? -Lo saben hasta las paredes.Tina entra al despacho de Planelles: -¿Para qué pidió discreción? Todos lo saben. Matilde Landa prepara la habitación; saca los mejores blancos de los claustros, una manta nueva. Cuando entra La Pasionaria, Matilde Landa, Tina y María Luisa Lafita la conducen a su cuarto; ya Planelles le dio la bienvenida en nombre de todo el hospital Obrero. Tina la observa. Le impresiona sobre todo la forma en que dice "mujer" o "hija" con una entonación cálida".

Juan Planelles (en el centro), junto a la voluntaria cubana María Luisa Lafita,
en el Hospital Obrero de Maudes, Madrid, 1936 (Archivo de J.Luis Jiménez)

Imagen del Hospital Obrero de Madrid (bancodeimagenesmedicina) 


 Con Tina viajamos por México, Moscú, Berlín, Francia o España, acompañados por figuras de la talla de Edward Weston, Diego Rivera, Xavier Guerrero, Vittorio Vidali, Julio Antonio Mella, Norman Bethune, John Dos Passos, Hemingway, Gerda Taro...


  7 DE MARZO DE 1937
En el paseo de San Juan esquina con Córcega, Tina se topa con Gerda Taro. Siempre sonriente, le dice: -María*, vamos a Las Ramblas, te invito un café. (*mientras Tina estuvo en España utilizaba el nombre María Sánchez)
Tina está por negarse. -Te hará bien, ven. -¿Y tú compañero? -¿Bob? Se quedó en París, pero ya lo nuestro acabó; él es un frívolo. ¿Sabes lo que lee? ¿Balzac, Proust, Goethe? No, qué va. Puras novelas de misterio. A mí me interesan hombres más intelectuales. Mi pasión ahora ya no es Capa, es la fotografía. En el café frente al Liceo, Gerda sigue abriéndole el corazón. Tina piensa: "¡Qué impúdica!" pero la escucha con curiosidad. -Fíjate, quiere todo en común y firma las fotografías que ambos tomamos: Robert Capa. No me da crédito. O sólo muy de vez en cuando. Se apropia de todo lo mío. En los periódicos y revistas, Vu, Regards, The Illustrated London News, Berliner Illustrierte, cuando a él le dan crédito, porque no siempre se lo dan, a mí jamás, jamás, jamás, y estoy harta porque trabajo igual o más que él y soy tan buena o superior a él. Aunque él es muy bueno para captar expresiones, gestos, esto lo reconozco. ¿Te acuerdas de sus primeras fotos en España? ¿Conoces el barrio de Vallecas? ¿Viste qué sórdida la pobreza de los que duermen en el metro? Es terrible, todos viven en la calle, todos muriéndose de hambre. Bob les sacó fotos cuando vino a España por primera vez. Tina vio en el frente a Robert Capa y Gerda Taro pasarse el día entero con la cara tras el lente, primero de una Eyemo con la que filman al unísono, luego, él con su Leica, ella con una cámara de cajón, Rolleiflex. "¡Qué bella pareja!", pensó, "él moreno,  ella, el pelo corto como una llamarada." Los vio trabajar hombro con hombro durante días enteros, olvidados del peligro. Ahora, Gerda dice que no son pareja.

Milicianas. Fotografía de Gerda Taro

Gerda Taro y Robert Capa


 Elena Poniatowska, y con ella Tina, nos arrastra de aquí para allá hasta retornar a México, en una lectura donde los sentimientos y las emociones bailan en nuestro interior al ritmo de sus personajes, entre la satisfacción y la felicidad ante la creación artística y el amor, y el drama y la tristeza de unas revoluciones tan recientes. Allí en México será donde la sacuda, nos sacuda por última vez la tragedia, en un desenlace, como suele ocurrir en las grandes historias, inesperado y frío. Sobre su tumba, las estrofas de un poema de Pablo Neruda:



TINA MODOTTI HA MUERTO

Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes,
tal vez tu corazón oye crecer la rosa
de ayer, la ultima rosa de ayer, la nueva rosa.
descansa dulcemente, hermana.

La nueva rosa es tuya, la nueva tierra es tuya:
te has puesto un nuevo traje de semilla profunda
y tu suave silencio se llena de raíces.
No dormirás en vano, hermana.

Puro es tu dulce nombre, pura es tu frágil vida,
de abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma,
de acero, línea, polen, se construyó tu férrea,
tu delgada estructura.

El chacal a la alhaja de tu cuerpo dormido
aún asoma la pluma y el alma ensangrentada
como si tú pudieras, hermana, levantarte,
sonriendo sobre el lodo.

A mi patria te llevo para que no te toquen,
a mi patria de nieve para que a tu pureza
no llegue el asesino, ni el chacal, ni el vendido:
allí estarás tranquila.

¿Oyes un paso, un paso lleno de pasos, algo
grande desde la estepa, desde el Don, desde el frío?
¿Oyes un paso de soldado firme en la nieve?
Hermana, son tus pasos.

Ya pasarán un día por tu pequeña tumba,
antes de que las rosas de ayer se desbaraten,
Ya pasarán a ver los de un día, mañana,
donde está ardiendo tu silencio.

Un mundo marcha al sitio donde tú ibas, hermana.
Avanzan cada día los cantos de tu boca
en la boca del pueblo glorioso que tú amabas.
Tu corazón era valiente.

En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas
polvorientas, algo se dice y pasa,
algo vuelve a la llama de tu dorado pueblo,
algo despierta y canta.

Son los tuyos, hermana: los que hoy te dicen tu nombre,
los que de todas partes, del agua, de la tierra,
con tu nombre otros nombres callamos y decimos,
porque el Fuego no muere.



 Durante diez años Elena Poniatowska visitó y entrevistó a amigos de la protagonista, a compañeros y a conocedores de su entorno; leyó archivos, periódicos y diarios; escribió y revivió la vida de esa Tina multifacética y luchadora. El recorrido de esta documentación queda recogido en la amplia lista de agradecimientos que cierra el libro.
 Yo también cerraré este post con un ¡Gracias Elena por hacerme viajar en el tiempo y en la vida de Tina!

Nota: Si quieren dejarse seducir por el personaje, y que éste les acompañe durante una larga temporada (el libro tiene 663 páginas), pueden adquirir un ejemplar de Tinísima en librerías Proteo y Prometeo de Málaga.
https://www.libreriaproteo.com/libro/ver/id/248307/titulo/tinisima.html

P.D: Los textos de Tinísima están extraídos de la sexta reimpresión (2000) de la novela por la mexicana Ediciones Era.