martes, 31 de diciembre de 2019

¡BIENVENIDO 2020!


En unas horas esto se acaba. Me refiero al 2019. Y seremos muchos los que seguro que a lo largo del día de hoy daremos un rápido repaso mental a todo lo vivido en sus doce meses.
 Yo, para salvar esos lapsus que a veces nos juega la memoria, he recurrido a mi blog; y así, revisando lo que ha pasado por Manchando lienzos manejando colores consigo que no se me escape nada.

Manchando lienzos manejando colores en 2019
Lucía Rodríguez Vicario

 Obviamente el blog no recoge todo lo que yo hubiese querido, las obligaciones priman sobre las intenciones y han sido algunas las entradas que se han quedado sin redactar; aunque no os preocupéis, que conservo la documentación y de alguna manera encontrarán aquí su espacio.
 De todas formas, me reconforta ver que durante el año no faltaron exposiciones que visitar, fotografías que contemplar, libros que leer y artistas interesantes de los que hablar; por lo que no me queda otra que darle las gracias al 2019 y confiar en que no sea menos el 2020.

sábado, 21 de septiembre de 2019

ENTRE VENUS, PINOCHOS, POEMAS, HERRAMIENTAS Y CORAZONES


Jim Dine en el Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez 

El pasado mes de julio asistí al "preestreno" de la exposición del artista Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. La cosa prometía. El estadounidense iba a presentar la muestra a la prensa y a intervenir en directo uno de los muros de la sala –el día anterior  o esa misma mañana ya había dejado su grafía en otras paredes del museo–.

Poema de Jim Dine junto a una de sus esculturas en el Centro Pompidou
Málaga, julio de 2019. Fotografía: Lucía Rodríguez

Pinocho y poema de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

 A sus 84 años, el artista nos ofreció un recorrido por su vida y su arte a través de una retrospectiva que recoge una treintena de obras realizadas entre 1961 y 2016. Se mostró espontáneo y cercano, no rehuyó temas personales y tiró de ironía a la hora de responder algunas de las preguntas.
 La buena onda solo se alteró ante un malentendido: "A mí me gustaría que nos hablara de la importancia del arte en directo, de la intervención que va a hacer aquí también, de obras que va actualizando con el tiempo... ¿Qué valor tiene para él el arte que se produce en ese instante?", le preguntó una periodista. Se lo tradujeron a Jim, pero este no entendió lo que le decían. Pidió que se lo aclararan, e intervino en la traducción otra persona, pero al final, con idas y venidas, lo único que consiguieron fue embrollarlo todo más. La periodista se refería a la obra que iba a hacer en la pared, pero él entendió que le estaban diciendo que su obra estaba en proceso, y, claro, se rebotó: "¡Ésta es toda mi vida! ¡No es obra en proceso! ¡Está terminada!". Para mi asombro, nadie hizo más por aclarar el entuerto.

Jim Dine en la presentación a los medios de su exposición en el Pompidou
Málaga, 9 de julio de 2019. Fotografía: Lucía Rodríguez

Fragmento entrevista a Jim Dine

Entrevista completa a Jim Dine

 No sé si fue por aquella contrariedad, pero al terminar la entrevista y despedirse educadamente de los asistentes,  Jim Dine se fue sin intervenir el panel gris –dijeron que estaba cansado y que lo haría en otro momento–.

Panel preparado para la intervención de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

 Y como me picaba la curiosidad, hace unos días me pasé por el Pompidou para ver qué me encontraba en el panel.

Intervención de Jim Dine en uno de los paneles del museo Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

 Al volver a pasear por la exposición, pude confirmar que, como afirmaba el artista en el entrevista, ahí estaba toda su vida. Jim Dine, el padre del happening, se mueve entre la pintura, la escultura y la poesía para expresar sus vivencias, inquietudes o pensamientos, representados en los objetos, ropas y personajes que le han acompañado a lo largo de su existencia.

Pinocho, obra de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

 Pinocho refleja el sentimiento del artista en el proceso de creación; con las herramientas nos retrotrae a su infancia en la ferretería de sus abuelos; los albornoces, trajes, zapatos y otras prendas son una extensión del cuerpo del propio artista; y la Venus de Milo y los corazones elementos que conectan con el arte clásico y los sentimientos.

Esculturas de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez

Detalle de una obra de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

Obra de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez

Mi esmoquin muestra a la luz un sorprendente borde difuminado (1965)
Obra de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

"Esta exposición muestra el conjunto excepcional de obras donadas por Jim Dine entre 2017 y 2018 al Musée national d'art moderne, Centre Pompidou. Con esta donación, el artista quiso agradecer a Francia haberle inspirado una estética que ha alimentado su obra.A través de una lectura temática de las obras, la muestra destaca el trabajo introspectivo de Jim Dine. Él expresa su incesante exploración autobiográfica mediante la elección de objetos simbólicos: las herramientas evocan sus recuerdos de infancia y los corazones, sobre los que reposan ropas o utensilios del artista, conservan rastros de su vida. El autorretrato, hilo conductor de su obra, se disimula bajo múltiples alter ego. Los albornoces, las Venus o los Pinochos son figuras emblemáticas, encarnaciones metafóricas del artista. En obras recientes, su experiencia está representada por el tema del acto creativo.Los temas predilectos de Jim Dine se enmarcan en la actividad poética a la que siempre se ha dedicado. Sus poemas, construidos por cut-up, están trabajados como un material físico, "una cosa" con volumen peso, forma y, por supuesto, sonido. escritas por el artista con carboncillo en las paredes de la exposición, las palabras amplifican las cualidades plásticas y simbólicas de sus obras."
Cartela introductoria a la exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Lucía Rodríguez

Lucía Rodríguez realizando fotos en el preestreno de la exposición de Jim Dine en Málaga
Fotografía: Ñito Salas (Diario Sur)

Exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

Nota: Esta entrada está dedicada a Victoria Abón, profesora de fotografía de la Escuela de Arte de San Telmo, que fue quien me invitó al preestreno de la exposición de Jim Dine en el Centro Pompidou de Málaga.

Victoria Abón fotografiando la exposición de Jim Dine en el Pompidou de Málaga
Fotografía: Lucía Rodríguez

sábado, 17 de agosto de 2019

DIARIO DE UN CURRELA CON UN MÓVIL QUE HACE FOTOS


Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Fue una tarde de abril, había acompañado a Pedro a la tienda de cómics En Portada y, mientras él tiraba de lista y buscaba los tebeos que le habían encargado nuestros hijos, me puse a curiosear entre las estanterías para distraerme.
 No sé si fue cosa del azar o del destino, pero de chiripa, hundido en el fondo de una repisa, medio escondido entre otros tomos de mayor tamaño, me encontré con un lomo negro, finito y de menos de una cuarta en el que se leía: DIARIO DE UN CURRELA CON UN MÓVIL QUE HACE FOTOS. Menuda sorpresa me llevé, no sólo por encontrar un libro de fotografía en una tienda de cómics, sino porque éste tenía el aspecto de un teléfono móvil. Es más, venía metido en una especie de caja que simulaba la funda del celular, para que el efecto al sacarlo fuese el mismo. Lo saqué de su funda y me puse a hojearlo, e igual que flipé con el formato lo hice con el interior. Era como si le hubiese cogido el móvil al autor, el almeriense Gabriel Martínez López, y ojease su galería de fotos, imágenes muy personales y espontáneas, cuya secuencia me mostraba la Almería de los plásticos y los cultivos, de los nativos y los inmigrantes que trabajan en ellos.

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

 Me pareció toda una referencia para la creación de un fotolibro y un buen ejemplo de ritmo de lectura, pero en aquel momento no  pude comprar el ejemplar porque no lo tenían registrado. El libro había quedado en una especie de limbo al hacer el traslado del local y no sabían el precio. Me lo dejaron reservado, y unos días más tarde me lo llevé a casa como el que se lleva un tesoro al que estaba predestinado.

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

 Contra más lo veía más me maravillaba lo "simple y fácil" que parecía estar hecho, y el trasfondo tan enorme que había en sus páginas en cuanto al planteamiento. Cuánta reflexión había detrás de aquel trabajo, complementado mínimamente con fragmentos del poemario Dinero de Pablo García Casado, añadidos a modo de chats de WhatsApp entre las imágenes.

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

 La excitación me duró varios días: si hablaba de fotografía con alguien, se lo refería; si iba a la Escuela de Arte, lo echaba en la mochila para enseñárselo a profesores y compañeros; buscaba información sobre el autor y sobre la editorial Cirkadian en internet; y me imaginaba cualquier día en Almería conociendo a Gabriel. Por todo ello, me quedé de piedra el otro día cuando mi amigo Carlos de Paz comunicaba en Facebook su fallecimiento.

Gabriel Martínez López fotografiado por Carlos de Paz

 Sin haberle llegado a conocer, yo también lo echaré de menos. Su libro tiene ahora para mí un valor aún más especial.

Diario de un currela con un móvil que hace fotos. Fotolibro de Gabriel Martínez López
Fotografía: Lucía Rodríguez

domingo, 4 de agosto de 2019

DE NUEVO CON VELÁZQUEZ Y EL MARQUÉS DE EL CARPIO


La Venus del espejo, obra de Velázquez

En la última entrada hice referencia a que La Venus del espejo de Velázquez fue propiedad del marqués de El Carpio. Y pocos días después, Andrés García Ibáñez me apuntaba que el marqués poseyó otra obra más de Velázquez, un retrato de Olimpia Maidalchini, más conocida como la Papisa. "Una obra maestra del segundo viaje a Italia que se ha vendido por un precio irrisorio para ser un Velázquez. Tendría que haber vuelto a España, pero bueno, que se le va a hacer. Imagínate que la tuvieran en El Carpio", me decía.

Retrato de Olimpia Maidalchini. Obra de Velázquez

Detalle del retrato de Olimpia Maidalchini. Obra de Velázquez

 Velázquez pintó el retrato de Olimpia Maidalchini Pamphilli durante ese segundo viaje a Italia, a donde llegó enviado por el rey Felipe IV para adquirir pinturas originales y esculturas antiguas –así como vaciados en bronce y yeso de las mismas–, y contratar a fresquistas para la decoración de las salas del Alcázar de Madrid. Fue en esa misma época, entre 1648 y 1651, cuando retrató al Papa Inocencio X, cuñado de Maidalchini. Ella intervino en la adjudicación de su papado y fue su consejera, de ahí que la apodaran la Papisa.

Retrato del Papa Inocencio X. Obra de Velázquez

 No he encontrado la fecha exacta en la que Don Gaspar de Haro y Guzmán, marqués de El Carpio (Córdoba), se hizo con el retrato de la Papisa, pero  debió de ser en alguno de los años en que estuvo destinado en Italia, bien como embajador en Roma, entre 1677 y 1682, o como Virrey de Nápoles, entre 1683 y 1687, durante el reinado de Carlos II. En esta última ciudad murió, y parte de las obras de su reconocida colección de arte fue heredada por su hija Catalina Méndez de Haro, casada con el Duque de Alba, mientras que otras terminaron como pago de deudas en la colección real, llegando algunas posteriormente al Museo del Prado.

 A la pátina del tiempo que cubre el lienzo de la Papisa, se une otra capa de misterio, pues al cuadro se le perdió el rastro en 1724. En la década de 1980 reapareció en los Países Bajos, donde fue vendido como si fuese una obra de la escuela holandesa*. Y hace unos meses, saltó de nuevo a la palestra en Sotheby's, a donde llegó el retrato para ser subastado. Estudiado por los expertos de la casa, fue reconocido como obra del maestro sevillano, vendiéndose el pasado 3 de julio por 2.780.000 euros, cantidad bastante inferior a su valor, estimado en unos 3.300.000 euros.

Retrato de Olimpia Maidalchini, la Papisa. Obra de Velázquez subastada en Sotheby's
Fotografía: Chris Ratcliffe (Getty Images)

 Es así como ha salido a la luz una obra de Velázquez tras 300 años de silencio, pero también la figura de una mujer poderosa, ambiciosa y con influencia política en El Vaticano. Eleanor Herman, historiadora, escritora y autora de Mistress of the Vatican: The True Story of Olimpia Maidalchini, la define de la siguiente manera:
Era una mujer de pasiones feroces, inteligencia aguda y gran encanto, que protegía a las mujeres más débiles contra las injusticias de los hombres. También era codiciosa, calculadora y, a veces, de un frío escalofriante.
 Ahora que tanto se busca rescatar mujeres que fueron ninguneadas por la Historia, estaría bien que alguna editorial se dignara a traducir y publicar el texto de la escritora estadounidense.



 Cierro esta entrada con una sensación especial de cercanía hacia todos los personajes que aparecen en ella, debido a que recientemente visité el palacio del marqués en El Carpio. Descubrir allí su relación con la obra de Velázquez ha sido una de las sorpresas del verano.

*Muestra de que no es algo descabellado, la actual exposición del Museo del Prado, Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines en la que se busca ese punto de encuentro y de similitud entre la pintura holandesa y la española en el siglo XVII.