miércoles, 29 de abril de 2015

DEL FESTIVAL DE CINE DE MÁLAGA, LIBROS Y GRAFITIS





La única película que he visto del Festival de Cine de Málaga es El país del miedo, un título que les recomiendo desde ya aunque no se haya llevado ningún premio, pues te mantiene en tensión los 102 minutos que dura su metraje.




 Esa noche, después del estreno y de haber estado metidos en la piel de los protagonista, padeciendo con ellos, nos reunimos en torno a unas cervezas con César Martínez (productor de la película), Charo, y Sergio Barce (que estrena La emperatriz de Tánger con la misma editorial que Pedro). Solo faltó Pablo Aranda (que también acaba de publicar Los protegidos y tenía otro compromiso) y Pablo Cantos (que aunque ahora va a hacer dos años que no está entre nosotros, lo sigue estando), al que César dedicó unas palabras desde la tarima en el previo al pase: palabras que brotaban desde ese gran corazón que tiene César y que se le anudaban en la garganta, mientras Pedro y yo nos emocionábamos todavía más sintiendo cómo, poco a poco, se le iba la voz.

 Decía que tomábamos unas cervezas para celebrar el reencuentro, mientras aguardábamos a que se llevasen a César y a Charo al Photocall, y, entre tanto, hablábamos de literatura (la película esta basada en la novela del mismo nombre de Isaac Rosa, editada por Seix Barral)




y cine (el nuevo proyecto en el que está trabajando César y la película que estrenaba al día siguiente Daniel Guzmán, A cambio de nada, que a la postre ha sido el film que se ha llevado la Biznaga de Oro a la mejor película del festival).






 Fue hablando de Daniel Guzmán y del guión de otra película que dirigió César y que se llama Arena en los bolsillos (se estrenó en el Festival de Cine de Málaga en 2006), cuando salió el tema de los grafiteros y me enteré, sorprendida, de que Daniel Guzmán es Tifon, un histórico, como Muelle, del grafiti madrileño.






 Tifon no tiene nada que ver con esos artistas del asfalto como Banksy, Obey o D*Face, si no que es uno de esos grafiteros juveniles e ilegales que firmaba de modo reivindicativo en las paredes de Madrid, con el mismo estilo flechero de Muelle.


Daniel Guzmán es Tifon
Fotografía: Rosa Muñoz






  Y para volver a El país del miedo, la película con la que abrí la entrada, me gustaría dejaros aquí la imagen del desnudo que cuelga sobre el cabecero del dormitorio de los padres. Un grafito del que todavía no he conseguido la foto porque no sé el nombre del autor, pero que en cuanto lo averigüe lo añado.

viernes, 24 de abril de 2015

EL JILGUERO Y FABRITIUS






 El jilguero y Fabritius fue uno de los regalos que recibí en navidades y no ha sido hasta ayer, día del libro, cuando me sumergí en sus páginas. En ellas, su autora nos pasea por la vida del pintor Carel Fabritius, por la pintura holandesa del Siglo XVII, por la Holanda de la Guerra de los Ochenta Años y por la esencia de ese pajarillo que es el jilguero.

 La labor investigadora de Deborah Davis y la curiosidad por querer saber más sobre la vida de Fabritius y la historia del cuadro, ha dado como fruto este libro del que os hablo: un ensayo sobre este pintor holandés, aprendiz de Rembrandt y maestro más tarde de Vermeer; un artista al que le acompañaron en su vida las tragedias y las deudas y que, como ocurre en muchos casos, solo obtuvo un reconocimiento póstumo; un maestro que investigó las artes pictóricas en esa búsqueda de su propio estilo, algo que tanto deseamos encontrar los que nos movemos por este mundo.


 "Fabritius había llegado a un punto en que podía convertir cualquier lienzo en una copia razonable de Rembrandt, destreza que compartían algunos de los mejores alumnos del artista, para consternación del Proyecto de Investigación sobre Rembrandt creado varios siglos más tarde. Para Fabritius, el verdadero desafío radicaba en encontrar su propio estilo, y poco a poco fue adquiriendo más confianza acerca de sus opciones."


Agar y el ángel. Obra de Fabritius.

 "Pintar lo inesperado (entre otras cosas, dioses con los pies sucios, que podrían interpretarse como pies de barro) y representar temas tradicionales desde una perspectiva totalmente nueva se convirtieron en las señas de identidad de Fabritius. Una de sus obras más originales fue su primer autorretrato, realizado en 1647."


Autorretrato. Obra de Fabritius.


 "Por ejemplo, Fabritius y su compañero Samuel van Hoogstraten estaban fascinados con la idea de experimentar con la perspectiva, de alejarse de los cuadros planos y unidimensionales y crear la ilusión de profundidad pintando el equivalente de la moderna "toma" de gran angular. Fabritius plasmó esa idea brillante en Una vista de Delft, un pequeño óleo sobre lienzo (15x31) que representa la iglesia nueva en la intersección de dos calles, la Oud Langendijk y la Vrouwenrecht. En un extremo del cuadro un hombre está sentado frente a la iglesia, junto a una mesa de instrumentos musicales. En el otro, se alza un árbol y una hilera de casas se aleja en la distancia. El cuadro parece extrañamente curvado, con ángulos extremos, hasta que se lo visualiza acoplado al interior de un objeto llamado "caja de perspectiva". 
 Fabritius y Van Hoogstraten podrían haber inventado ese curioso artilugio holandés que en otras partes del mundo llegó a ser popular con el nombre de peepshow, "mundonuevo".


Una vista de Delft. Obra de Fabritius


"El dramático fallecimiento de Fabritius en el Trueno lo convirtió en una celebridad local, y los coleccionistas descubrieron regocijados cómo se revalorizaban sus cuadros. [...] A los cuadros de Fabritius quizás le fuera bien, pero no así a su viuda, Agatha, quien estaba inmersa en serias dificultades económicas. Su marido murió como había vivido, endeudado, y le correspondió a ella hacerse cargo de sus facturas."


 La novela, además de revelar el recorrido del cuadro desde que se pintó hasta nuestros días -actualmente se exhibe en una de las salas del Museo Mauritshuis de La Haya-, se detiene en el estudio del jilguero como tal, introduciéndonos en su simbología y en su papel en la sociedad y en el arte, reflexionando también sobre su cautiverio.


"Una de las primeras referencias al jilguero lo sitúa en la antigua Jesusalén, en la crucifixión de Jesucristo. Según una leyenda cristiana, la compasiva criatura vio a Jesús sufrir bajo el peso de su corona de espinas y de inmediato voló hasta su cabeza y utilizó su fuerte pico para arrancar las dolorosas púas. Una gota de la sangre sagrada de Jesús salpicó al jilguero, lo que le dió a su rostro su inconfundible máscara roja, y lo vinculó para siempre a la Pasión de Cristo."


 "El compositor barroco italiano Antonio Vivaldi sentía tanta fascinación por el canto del jilguero que compuso El jilguero, un concierto para flauta y cuerda que rinde homenaje al talento musical del ave."
                  https://www.youtube.com/watch?v=bH_q_gESPhU



 "Leonardo da Vinci , que estudió la ciencia y el folclore de las aves, sostenía: "El jilguero es un pájaro del que se cuenta que, si se lo lleva junto a un enfermo, si éste ha de morir,vuelve la cabeza y no lo mira; en caso contrario, no aparta la vista de él y así lo libra de su enfermedad". Una mirada marcaba la diferencia entre la vida y la muerte."

 "El historiador de arte y observador de aves Herbert Friedmann escribió un libro entero sobre el tema. Su estudio, The Symbolic Goldfinch, enumera 486 pinturas que representan a la Virgen María y al Niño con un jilguero. [...] La Virgen del jilguero, de Rafael (1506), es una magnífica excepción a este enfoque progeriano. El niño Jesús de Rafael tiene un semblante sabio para su edad, pero al mismo tiempo agradablemente lozano y querúbico."



La Virgen del jilguero. Obra de Rafael.


 Seguramente, sin la fascinación que creó en la autora la novela El jilguero, el betseller de Donna Tartt, no estaría hoy hablándoles sobre este librito.






 Una fascinación que debe ser parecida a la que siento cuando veo la portada del libro de Deborah Davis sobre la estantería: ese pajarillo apoyado en su comedero, sin jaula pero encadenado a una barra, que parece mirarnos. Una portada con una obra de arte, y un libro con mucho arte en su interior.

viernes, 3 de abril de 2015

EL ARTE Y EL MERCADO




La portada de El País Semanal del pasado domingo día 29 nos presentaba al artista Óscar Murillo bajo el titular: "Este hombre ha revolucionado el mercado del arte". Y yo, que acabo de leer estos días "El mapa y el territorio" de Houellebecq y que todavía tengo sobre la mesa de la cocina los recortes de periódicos alusivos a ARCO, no paro de darle vueltas a esto del "mercado del arte": los precios que algunas obras alcanzan, la fama a la que algunos artistas llegan, quién decide lo que "vale" y lo que no...





 Aunque "El mapa y el territorio" abarca diversos temas, como la muerte, las relaciones interpersonales, el consumismo o el dinero, la novela arranca con el encuentro entre esos dos grandes pesos pesados del Arte Contemporáneo que son Jeff Koons y Damien Hirst. Es ese tratamiento que hace el francés del mundo artístico, lo que me atrajo a sus páginas: el mercado del arte, el papel de los críticos y la galerías... De hecho, el protagonista es un artista: un pintor y fotógrafo que, casi por casualidad y de manera inesperada, alcanza el éxito en su carrera con obras de títulos tan extravagantes e irónicos como El arquitecto Jean-Pierre Martin abandonando la dirección de su empresa, Bill Gates y Steve Jobs conversando sobre el futuro de la informática o Damien Hirst y Jeff Koons repartiéndose el mercado del arte.

 El libro de Houellebecq, con una escritura fluida y dinámica, te engancha con una sucesión de hechos que inesperadamente envuelven al protagonista, al final de la novela, en la resolución de un caso criminal del cual no quiero darles cuenta. Sí puedo adelantarles que el título (El mapa y el territorio) hace referencia a esa dualidad entre lo esquemático y ordenado de un mapa y la reinterpretración que cada uno hace de éste para convertirlo, con sus propias percepciones, en un territorio. Las líneas planas de las calles de un barrio parisino, trazadas sobre un papel, frente a esas mismas calles en tres dimensiones por las que pasean los personajes que aparecen en sus páginas.






Plaza de la República, París


 Quizás eso mismo sea lo que pasa con el arte, cuya interpretación se atiene inequívocamente a la propia experiencia de cada espectador. Un observador que, a veces, es fácil de manipular, como lo demuestra el hecho de que todos los artistas emergentes y cotizados arrastren siempre la interrogante de saber si, pasado el tiempo, seguirán manteniéndose arriba. Artistas, que aunque quizás sólo lo sean de momento, no quieren perder el salto. Artistas a los que la historia del arte habrá de poner en su sitio.

 Y dicho esto, vuelvo a los recortes que hay sobre la mesa y releo los subrayados: 

"Wilfredo Prieto dio el pelotazo mediático en Arco con un vaso medio lleno, y le puso de precio 20.000 euros. Mucha gente coincide en que si le hubiese puesto a su obra dos euros, no sería arte, sería un vaso medio lleno. [...] En realidad el verdadero arte, y no es un arte menor, es ponerle precio a algo que un camarero en cualquier bar sirve gratis".


Wilfredo Prieto

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/28/actualidad/1425149901_581064.html 

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"El artista "contemporáneo" cada vez depende más de las manos del galerista, de su capacidad de convencer del potencial de revalorización de la obra".

http://www.diariosur.es/opinion/201503/04/arco-arte-contemporaneo-20150304001047-v.html

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"Es una cuestión de mercado. La inversión en arte es ahora más rentable que la Bolsa o el sector inmobiliario. Es la única industria, si la podemos llamar así, que no está regulada por nada. Uno compra una obra hoy y dentro de cuatro años vale cinco veces más. Eso no pasa en otros sectores".




Obras de Liliana Porter


http://cultura.elpais.com/cultura/2015/02/17/babelia/1424170514_431175.html

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 "SIEMPRE LO PIENSO: no malgastar el tiempo hablando de lo prescindible. Luego, de pronto, se me sube la sangre a la cabeza y me pongo guerrillera, sobre todo porque se va a comentar mucho la muestra y va a estar muy a mano -en unos unos meses visitará el Guggenheim de Bilbao-, así que me siento obligada a advertirles: se trata de una exposición que se pueden perder. Mejor dicho: que deben perderse. [...] Eso es lo malo de propuestas como las de Koons: dar argumentos a los que piensan que el arte producido ahora mismo es un montón de estupideces para incautos. [...] En la muestra -que se hace eterna sala tras sala- se resume una trayectoria larguísima de Koons: a punto de ser interesante en los primeros años, incluso con sus apropiacionismos y sus imágenes del entonces mediático Michael Jackson con el monito todo de oro, una escultura tan circulada como la cama de Emin; pasando por sus "actuaciones" con la pornoestrella Cicciolina; hasta llegar a la obra reciente para la cual por mucho que busco no encuentro el adjetivo. [...] el rey del pop (refiriéndose a Jeff Koons) es hoy, sobretodo, el rey de las finanzas. Y no sigo porque hablar de dinero es una ordinariez y si no se habla de dinero en esta exposición queda poco por decir".


Obra de Jeff Koons

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/30/babelia/1404147165_515619.html

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"De lo que no le gusta hablar a este artista es de precios. Sabe que son altos, pero no se vuelve loco por ello. Lo que no quiere es que el mercado secundario desbarate los precios de su obra. "Me disgustaría ver subastas en las que un cuadro mío multiplicase su precio por tres. No podría impedirlo, pero no me gustaría. Distorsiona el mercado y no en beneficio del arte o de los artistas precisamente".


Secundino Hernández


http://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/24/babelia/1403602023_785037.html

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"[...] los 356.000 euros que, dicen, pagó Leonardo DiCaprio por uno de los cuadros de Murillo en una subasta. Aquel radical salto a la fama fue seguido de acusaciones: se decía que el coleccionista Charles Saatchi había inflado el mercado con la compra de ocho obras de Murillo. En en reportaje televisivo, el artista mismo decía mostrarse en contra. "Puedo estar en desacuerdo de cómo funciona el mercado, pero yo no estoy aquí para satisfacer a nadie".  Carlos Urroz, director de Arco, cree que la explosión de Murillo es justa, pero aconseja serenidad: "El crecimiento en el mercado se puede deber a causas imprevisibles. Pero una vez se da, la consolidación dentro de él depende en gran parte del artista".


Leonardo Di Caprio con una obra de Óscar Murillo


http://elpais.com/elpais/2015/03/27/eps/1427483053_191694.html

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"Son pocos los que conocen qué pinta realmente el tierno Óscar Murillo y muchos los que saben el precio de sus obras, que alcanzan el cuarto de un millón de euros".


Óscar Murillo


http://elpais.com/elpais/2015/03/31/eps/1427822893_994509.html



Nota: Gracias a Miguel Ángel Moya por pasarme el libro de Houellebecq, y a Pedro por sembrarme de papelitos la mesa de la cocina.