lunes, 17 de marzo de 2014

LA MEMORIA DEL TRABAJO


Paris gamin, fotografía de Lewis Hine
Collection of George Eastman House, Rochester

Decía Antonio Muñoz Molina en su sección IDA Y VUELTA, de un Babelia de enero, que un artista está formándose toda la vida.

"En los años treinta, Lewis Hine, que había nacido en 1874, encuentra la madurez de su estilo al mismo tiempo que el tema definitivo de su arte: la celebración del trabajo bien hecho, el de los obreros cualificados, los que manejan máquinas difíciles o herramientas de precisión, con ese grado de concentración que es al mismo tiempo intelectual y manual, que requiere fuerza física, pero sobre todo destreza. Exaltando el trabajo moderno Hine utiliza modelos y resonancias visuales del clasicismo europeo, no por afición al pastiche sino por un proceso natural de depuración de las formas. Un viejo impresor inclinado sobre una linotipia es un patriarca de Rembrandt o San Jerónimo en su estudio, la cara enjuta y severa, el pelo blanco brillando en el claroscuro. Un mecánico ajusta una tuerca en una bomba de vapor y tiene el perfil de un guerrero griego en un bajorrelieve, y el contorno de la bomba con sus tuercas repartidas a distancias iguales actúa como una orla de fondo y sugiere un escudo.


Mechanic at steam pump in electric power house, fotografía de Lewis Hine
Collection of George Eastman House, Rochester


Una muchacha confitera, con cofia y mandil blanco, muestra una bandeja de bombones, mirando con una belleza seria de santa de Zurbarán.


Candy worker, fotografía de Lewis Hine
Collection of George Eastman House, Rochester


Un trabajador en una fábrica de sombreros posa con las dos manos abiertas, en el interior de guantes rudos y enormes. Es grande, atezado, barbudo, con cara de bebedor, con aspecto de vida dura e intemperie. En cuanto lo veo me acuerdo de aquellos mendigos viejos de Madrid a los que Velázquez les hacía que posaran como filósofos griegos. En un primer plano unas manos suspendidas y abiertas como un par de pájaros parece que pulsan las cuerdas de un arpa. Pero son las manos de una obrera en un hilador de seda. Lewis Hine murió pobre y casi desconocido. Berenice Abbott le organizó una exposición poco antes de su muerte. Nos enseñó que el afán de la belleza y el de la justicia pueden ser idénticos, y el arte una forma severa de conocimiento".

LA MEMORIA DEL TRABAJO
Por Antonio Muñoz Molina.
Para ver el artículo completo: www.antoniomuñozmolina.es
EL PAÍS BABELIA 25.01.14

Exposición de fotografías de Lewis Hine (1874-1940)
International Center of Photography, Nueva York.

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