martes, 20 de agosto de 2013

AVENTURAS CON LIBROS RUSOS Y CON LAS PERSONAS QUE LOS TRADUCEN



                                                                     
   
Marta Rebón



De joven, cuando compraba un libro de un autor extranjero, no me preocupaba quién había hecho la traducción (muchas editoriales ni siquiera lo reseñaban), pero hoy día, después de muchas lecturas, sé que de esa persona va a depender que disfrute en mayor o menor medida de esa obra; así que, igual que miro que los productos que adquiero no estén hechos en China (a veces, es imposible), busco el nombre del traductor en la primera página.
 Quizás os parezca una fricada, pero creo que cada vez son más los lectores que hacen lo mismo. Y precisamente de eso hablábamos hace unos meses tomando café en casa de mis suegros. Pedro le comentaba a su hermano Marcial que ya habían sacado la edición de bolsillo de Anna Karénina con la nueva y premiada traducción de Victor Gallego (Alba editorial), la cual piensa regalarme, y mi cuñado le decía que ya se la había leído en una edición antigua, traducida por L.Sureda y A.Santiago (cuyo trabajo también le había gustado), y que ahora andaba detrás de una buena versión de Los hermanos Karamázov. Como le había gustado mucho la traducción, directamente del ruso, que había hecho Marta Rebón de El doctor Zhivago, comentó que le había mandado un correo a ésta preguntándole qué traducción de la novela de Dostoievski le recomendaba. Y he aquí, azares de la vida, que Marta le respondió que en esos momentos se encontraba traduciendo Los hermanos Karamázov para Alba editorial. Entonces, Pedro se acordó que yo nombraba a Marta en la entrada Los rusos llegaron para quedarse.
 "Pues si lo llego a saber te digo que le envíes el post", le dije.
 "Pues si se lo quieres mandar tú misma, aquí tengo su correo".
 Y dicho y hecho, y como en uno de esos cuentos felices, Marta nos escribió un correo lindo piropeando el blog y diciéndome que le encantaría ver el cuadro de la matrioshka y el lomo de El doctor Zhivago colgado en su casa. Los cuadros son como hijos. Queremos verlos bien situados, sentirlos queridos y valorados, y es obvio que éste no podría estar en mejores manos ni en mejor sitio. Sería como cerrar un círculo.



Doctor Zhivago, óleo sobre tabla (20x20). Obra de Lucía Rodríguez Vicario. 2011



 Y encima me acuerdo de otro libro traducido por Marta que tenemos en las estanterías de casa: Los poseídos, de Elif Batuman, cuyo subtítulo: Aventuras con libros rusos y con las personas que los leen, me sirve para, cambiándole la última palabra, titular esta entrada.


 Nota: Como os decía, todo esto ocurrió hace unos cuantos meses, pero por respeto a la editorial no quise adelantar nada. Es ahora, cuando he leído en Babelia (Sillón de orejas por Manuel Rodríguez Rivero) que Alba editorial publicará este otoño Los hermanos Karamázov con una nueva versión a cargo de tres traductores: Fernando Otero, Marta Sánchez y Marta Rebón, cuando por fin puedo mostraros este post.
 Marta me envió saludos desde San Petersburgo hace unos días, y me contó que desde hace unas semanas trabaja en otra novela, aunque de nuevo no puedo adelantaros nada. Tengo ganas de que lea esto a tantísimos kilómetros de distancia, estar por unos instantes en San Petersburgo aunque esté en Casarabonela donde, como los dos últimos años, veraneo en agosto.



Marta Rebón nació en Barcelona. Licenciada en Humanidades y Filología eslava, amplió sus estudios en la universidades de Cagliari, Varsovia, San Petersburgo y Bruselas y cursó en Barcelona un posgrado en Traducción literaria. En 2009 obtuvo el Premio "La literatura rusa en España", convocado por la Fundación Boris Yeltsin, por la traducción de Vida y destino, de Vasili Grossman, publicada en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. El último libro traducido por Marta es El caballo negro, de Borís Sávinkov, para la editorial Impedimenta.
Además de a la traducción, Marta Rebón se dedica al periodismo cultural y a la fotografía, formando en este último campo pareja artística con Ferran Mateo. 




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