Estos días paso las mañanas y las tardes trabajando en una de las propuestas de los maestros, tratando de aplicarme y de aprovechar el tiempo, pero a la vez con los oídos y los ojos bien abiertos para escuchar las conversaciones sobre arte de los demás y ver cómo trabaja cada uno. Es una experiencia tan intensa, que basta por sí sola para recargarte las pilas artísticas el resto del año.
Y cada noche llamar a casa, preguntarle a Pedro cómo ha pasado el día, qué han comido y qué tal se han portado los niños, y, a su vez, contarle cómo me ha ido a mí. Así, Almería queda de Málaga a la vuelta de la esquina, a una llamada de teléfono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario